viernes, 21 de enero de 2011

Musicoterapia: la medicina alternativa que cura sin medicamentos ni inyecciones

La musicoterapia es una técnica terapéutica que utiliza la música en todas sus formas con participación activa o receptiva por parte del paciente (Congreso Mundial de Musicoterapia, París, 1999).

Todos sabemos reconocer cuándo una canción nos parece "alegre" o nos parece "triste". Generalmente asociamos nuestro estado de ánimo a la melodía de numerosas obras de todo tipo. Pues bien, precisamente la musicoterapia recurre a estas melodías como método para curar o reducir diversos problemas de salud.

En diferentes países, tradiciones y leyes, que pueden ser comunes (Dinamarca, Alemania, Suiza, Inglaterra...), ha sido aplaudida; tolerada (como en Francia y algunos países de tradición latina) o prohibida en otros. A menudo las técnicas son preventivas, y se basará en la relación de confianza con el paciente, siendo la expresión de una búsqueda personal y de un marco de la atención que está fuera de los límites de la medicina moderna.

Algunas técnicas las utilizan los médicos o paramédicos, fisioterapeutas, músicos, ascetas, y otros que cuidan de la salud en diversas profesiones que tienen algo que ver con el ser humano. En algunos países Alemania y Suiza, Francia, Grecia, etc... se practican bajo el control de un médico o autoridades sanitarias. En otros dirigidas por profesionales cuya calidad de la formación no está sujeta a un diploma de Estado y ni se pueden evaluar.

Se basan generalmente en hipótesis que han sido convalidadas con la experiencia. Se desarrollan como un complemento o alternativa a la medicina convencional. Eso, de ser una terapia muy o poco científica que denota en quien lo enuncia bastante ignorancia, lo mismo que decir si es o no una disciplina universitaria, es diferenciar los métodos de investigación y separar los buenos de los malos, según hayan sido o no aprobados por una calificación universitaria oficial. Criterio infantil no exento de subjetivismo, a lo que se puede responder que la Medicina alternativa tiene todos los títulos de la Universidad de la Vida. La medicina convencional no es reconocida por muchos científicos, en particular los pertenecientes al movimiento escéptico moderno. Sin embargo el ‘ British Medical Journal’ contesta a ese tipo de críticas diciendo que las medicinas alternativas han probado de sobra su eficacia sobre gran número de enfermedades’

El término medicina alternativa es el término adoptado por la Comisión Europea para calificar las terapias alternativas que son objeto de un reconocimiento cada vez mayor en Europa desde la década de los 90.

El Parlamento Europeo pidió a los gobiernos miembros que -según el informe Lannoye- las organizaciones profesionales defendieran el ejercicio de sus colegas terapeutas, pero por lo que sea todo quedó en vía muerta. Lo mismo ocurrió en el Congreso de Madrid, pero a fin de cuentas salió triunfante la legislación estatal ‘ vigente’ . Paralelo a eso, la financiación de las técnicas alternativas, no viene de, por ejemplo, las poderosas multinacionales farmacéuticas, ni de la medicina oficial, ni de las universidades como en Inglaterra, Estados Unidos o Irlanda, etc... sino de los propios terapeutas. Y ocurre que las medicinas alternativas suben y suben de precio, por falta de ayudas y de control.

También utiliza el término medicina alternativa, medicina complementaria, medicina natural, medicina dulce o medicina holística a veces (porque algunos pretenden tratar el cuerpo como un todo).

Se basan en la tradición o en algunas prácticas antiguas que han surgido, en general, en el siglo XIX pero antes de la llegada de la medicina basada en evidencia, los medicamentos convencionales no se consideraban como científicos.

La idea de base es reconocer que gran parte de las enfermedades tienen su origen en el cerebro, quien luego transmite a una parte del cuerpo un estímulo determinado que reproduce una enfermedad. Con la musicoterapia se intenta hacer llegar al cerebro unos estímulos que le lleven a una relajación o anulación de los que reproducen la enfermedad. Eso se pretende lograr a través de melodías con las que se puede contrarrestar los efectos negativos generados por la mente.

La terapia de la música es vieja como el mundo, pero el mundo no conoce apenas la musicoterapia.

Aunque la musicoterapia ya se conoce desde la antigüedad, en los años 40 se empezó a utilizar como rama de medicina de rehabilitación o recuperación, que con efectos fisiológicos, afectivos y mentales, contribuían a un equilibrio psicofísico de la persona. Hoy se aplica sobre todo en desequilibrios nerviosos, influye positivamente sobre el corazón y pulmones, alcoholismo, drogas y sirve como prevención de suicidios, aunque sería necesario estudiar más a fondo este tema.

El esquema básico de trabajo en esta disciplina contempla tres aspectos: la interacción positiva del paciente con otros seres, la autoestima y el empleo del ritmo como elemento generador de energía y orden que nos brindan el sonido, el ritmo, la melodía, la armonía.

La musicoterapia actúa como motivación para el desarrollo de autoestima, con técnicas que provoquen en el individuo sentimientos de autorrealización, autoconfianza, autosatisfacción y seguridad en sí mismo. Por ejemplo el canto con o sin improvisación y los coros que proporcionan además el sentido de no sentirse más sólo sino junto a otros iguales. La voz es un arma poderosísima.

La herramienta sonora más poderosa según muchos terapeutas del sonido es el canto. A través de nuestras propias voces, podemos proyectar a la parte enferma sonidos armónicos propios, y devolver a la mente su frecuencia normal. Según John Beaulieu, la entonación de escalas afecta incluso al flujo de la ‘ Kundalini’ de las tradiciones místicas. Tema muy relacionado con los mantrams tibetanos realizados para limpiar los chakras y despertar su energía para alcanzar el equilibrio espiritual y físico.

El ritmo, elemento básico, dinámico y potente en la música, es el estímulo orientador de procesos psicomotores que promueven la ejecución de movimientos controlados.

Lo técnico en la musicoterapia

La musicoterapia es el uso de la música y sus elementos musicales ya conocidos y nombrados guiada por un musicoterapeuta calificado, que guía a un paciente o grupo, en un proceso creado para facilitar, promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento y la expresión de objetivos terapéuticos relevantes.

Se usa para satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas de una persona o grupo. La musicoterapia tiene como fin desarrollar potenciales o restaurar las funciones del individuo de manera tal que éste pueda lograr una mejor integración intra o interpersonal y consecuentemente una mejor calidad de vida a través de la prevención, rehabilitación y tratamiento.

Actualmente la musicoterapia como disciplina de Salud se ha extendido alrededor del mundo. Hasta la actualidad, se han desarrollado carreras de grado y post-grado en: Europa (Alemania, Austria, Dinamarca, Italia, Francia, Hungría, Polonia, Reino Unido, España e Israel); América Latina, Asia y Oceanía (Korea, Tailandia, Finlandia y Australia) y el Continente Americano (Estados Unidos, Canadá).

España ha sido un país que tradicionalmente se ha mantenido muy a la zaga en el impulso y desarrollo de esta Terapia (como de otras a las que hemos hecho alusión con motivo de su oficialización), y se ha limitado a determinados estudios, pruebas experimentales o desempeño privado de algunas personas.

En Barcelona surgió en 1976 la Asociación de Musicoterapia con el Profesor Dr. Joan Obiols Vié, Aunque los vascos a un lado y otro del Pirineo, nacieron cantando y sus navegantes llevaron su música hasta la polinesia.

La musicoterapia se desarrolló profesionalmente tanto en el ámbito público como privado, en intentos tanto colectivos como individuales. Las metodologías de trabajo variaban de acuerdo a la población y a las escuelas y grupos teóricos que fundamentaron el quehacer del musicoterapeuta.

¿Qué hace un musicoterapeuta?

‘ El musicoterapeuta es un artista o, si quieren, un profesional con unos conocimientos y una identidad tanto en el ámbito musical como en el temperamental, psicológico y (al final) terapéutico, que pretende promover o restablecer la salud de las personas con las que trabaja.

Puede así satisfacer sus necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas y promoviendo cambios significativos en ellos’ . (Definición de K. Bruscia, 1997, ‘ Musicoterapia’ ).

Así como la creación clínica tiene gran importancia para concebir canciones y tener la técnica vocal terapéutica, entre otros, en ese proceso, el musicoterapeuta promueve y registra cambios expresivos, receptivos y relacionales que dan cuenta de la evolución del tratamiento.

La musicoterapia no considera que la música por si misma pueda curar; no existen recetas musicales generales para sentirse mejor.

Historia de la musicoterapia. Sus orígenes

La utilización de la música como terapia hunde sus raíces en la prehistoria, puesto que se sabe que la música estuvo presente en los ritos "mágicos", religiosos y de curación. Sin embargo, los primeros escritos que aluden a la influencia de la música sobre el cuerpo humano son los papiros egipcios descubiertos por Petrie en la ciudad de Kahum en 1889. Estos papiros datan de alrededor del año 1500 a. C.

Desde los primeros escritos se racionaliza ya la utilización de la música como un agente capaz de curar el cuerpo, calmar la mente y purificar el alma, así, por ejemplo, se atribuía a la música una influencia favorable sobre la fertilidad de la mujer, incluso con música de la voz del dios Thot.

Fue en la antigua Grecia donde se plantearon los fundamentos científicos de la musicoterapia. Los principales personajes son:

* Pitágoras: decía que había una música entre los astros y cuando se movían lo hacían con unas relaciones entre música y matemáticas, lo cual explicaba la armonía en la música en el universo y en el alma humana.

Así, la enfermedad mental era resultado de un desorden armónico o musical y la música tenía el poder de restablecer la armonía perdida.

* Platón: creía en el carácter divino de la música, y que ésta podía dar placer o sedar.

* Aristóteles: fue el primero en teorizar sobre la gran influencia de la música en los seres humanos. A él se debe la teoría del Ethos, una palabra griega que puede ser traducida como la música que provoca los diferentes estados de ánimo.

Estas teorías se basaban en que el ser humano y la música estaban íntimamente relacionados, por ello cada melodía era compuesta para crear un estado de ánimo a Ethos diferentes.

Para la musicoterapia es fundamental la llamada teoría del Ethos o teoría de los modos griegos.

La Edad Media y sus grandes teóricos

En la Edad Media destacan dos teóricos, en primer lugar San Basilio, que escribió una obra titulada ‘ Homilía’ , donde destacaba que la música calma las pasiones del espíritu. Y el segundo Severino Boecio, su obra más importante se llama ‘ De instituciones Música’ , donde retoma la doctrina ética de la música que señalaba Platón.

Desde la zooterapia a la aromaterapia tenemos a mano medicinas alternativas para casos ordinarios o desesperados. ¿Por qué no usarlas?

El teórico que mejor sintetiza la teoría del Ethos fue un jesuita llamado Athanasio Kircher, que en su obra de 1650 titulada ‘ Misurgia universal’ o arte magna de los oídos acordes y discordes, diseña un cuadro sistemático de los efectos que produce en el hombre cada tipo de música.

Se empiezan a estudiar los efectos de la música sobre el organismo, pero desde un punto de vista científico. Destacan varios médicos: El francés Louis Roger o los ingleses Richard Brocklesby y Richard Brown, este último escribió una obra llamada ‘ medicina musical’ . Enfocó sobre todo la influencia de la música en las enfermedades respiratorias estableciendo que el cantar en si perjudicaba en casos de neumonía y de cualquier trastorno inflamatorio de los pulmones. Pero exceptuaba su uso en los enfermos de asma crónica, demostrando que si cantaban, los ataques se espaciaban más en el tiempo.

Ya en 1846 el médico Héctor Chomet escribió el tratado ‘ la influencia de la música en la salud y la vida’ , donde analizaba el uso de la música para prevenir y tratar ciertas enfermedades.

El psiquiatra francés Esquirol y el médico suizo Tissot indicaron que en mayor o menor medida, la música alejaba a los enfermos de sus dolencias, salvo en el caso de los epilépticos, donde estaba contraindicada.

Por entonces destacó un médico catalán llamado Francisco Vidal Careta, quien realizó una tesis doctoral titulada ‘ La música en sus relaciones con la medicina’ .

Decía que ‘ la música es un agente que produce descanso, un elemento más social que el café y el tabaco, que deben olvidarse y establecerse en cambio orfeones y conciertos populares de música clásica, que habría que montar orquestas en los manicomios’ .

La aplicación científica de la música como terapia, renació en la primera Guerra Mundial (1914-1918), los músicos tocaban en los hospitales de combatientes americanos que venían desde el otro lado del Atlántico. Karl Orff decía que la creatividad unida al placer de la ejecución musical permitía una mejor socialización del individuo y un aumento de la confianza y la autoestima.

La carrera de musicoterapia entra en algunas Universidades

Un año clave es 1950, con la fundación de la ‘ National Association for Music Therapy’ en los Estados Unidos que se encarga de promover congresos, editar materiales, y son los primeros en promover la carrera de musicoterapia en la universidad.

El ejemplo de la primera asociación de terapia musical se dispara y empiezan a aparecer asociaciones en muchos países como Italia, España, América latina, destacando las de Brasil, Uruguay, Perú o Argentina. El primer congreso mundial de musicoterapia se celebra en París en 1974. Desde entonces, el desarrollo de la musicoterapia ha tenido un gran crecimiento.

Uno de los grandes problemas a la hora de conceptuar el termino musicoterapia es su confusión con la educación musical. Hecho que lleva a pensar erróneamente que el profesor de música es un musicoterapeuta. Aunque algunos autores afirman que los dos conceptos son diferentes, otros sostienen que existe un área común lo cual provoca una reacción de la rama clínica medica mas ortodoxa de la musicoterapia, que en muchos casos niega la relación entre educación musical y musicoterapia.

Además de fomentar la creatividad y la disposición al cambio, diversos tipos de música pueden reproducir diferentes estados de ánimo, que a su vez pueden repercutir en tareas psicomotoras y cognitivas. Todo ello depende de la actividad de nuestro sistema nervioso central.

La audición de estímulos musicales, placenteros o no, producen cambios en algunos de los sistemas de neurotransmisión cerebral. Por ejemplo: los sonidos desagradables producen un incremento en los niveles cerebrales de serotonina, una neurohormona que se relaciona con los fenómenos de agresividad y depresión.

Existen varios tipos de música en relación con sus efectos: la música sedante, que es de naturaleza melódica sostenida, y se caracteriza por tener un ritmo regular. La música estimulante en cambio, aumenta la energía corporal, induce a la acción y estimula las emociones.

La música influye sobre el individuo a 2 niveles primarios diferentes: la movilización y la musicalización.

La música, produce un amplio abanico de respuestas que pueden ser inmediatas, diferidas, voluntarias o involuntarias. Todo depende de las circunstancias personales (edad, etapa de desarrollo, estado anímico, salud psicológica). Así, el bebé agita sus miembros cuando reconoce una canción entonada por su madre, los adolescentes se reconfortan física y anímicamente escuchando una música ruidosa e incluso les ayuda a concentrarse mejor en el estudio.

El niño y la música: influencia en su mente y en el cuerpo

A través de la música se puede educar íntegra y armónicamente al niño. Además es muy importante que el niño relacione la música con la actividad, el juego, el movimiento y la alegría, de forma que le ayude a expresar de manera espontánea y afectivamente las sensaciones musicales.

La música como lenguaje expresivo y de comunicación no requiere ni exige actividades especiales. Por tanto, cualquier niño tiene su propia musicalidad en menor o mayor medida. Es una característica que se debe potenciar y desarrollar desde las edades más tempranas, así lo señalan psicólogos como Davison o Hargreaves.

Afirman que la musicalidad constituye una de las actitudes más valiosas de tipo humanístico y no una habilidad aislada o altamente especializada, siendo la primera infancia la etapa más propicia para su desarrollo. Es entonces cuando los niños establecen sus primeros contactos con los elementos musicales a través de instrumentos sencillos, la voz de la madre y su propio cuerpo, adquiriendo técnicas que le van a permitir utilizar la música como lenguaje y medio expresivo.

Además, estas experiencias infantiles tendrán gran importancia para moldear y formar la personalidad. Las experiencias musicales de participación activa (jugar con la pelotita mientras suena la música, sería pasiva si no participa sólo oye) son el medio idóneo para promover el desarrollo intelectual, físico, sensorial y afectivo-emocional de los niños.

Este tipo de experiencias repercute amplia y favorablemente sobre los demás objetivos educativos. Por ejemplo: las mismas técnicas básicas de atención, desinhibición, concentración, imaginación, creatividad, control motriz, etc... Esas técnicas desarrolladas en música son esenciales para el resto de los aprendizajes en las diversas aulas de conocimiento.

Estas experiencias musicales resultan muy sugestivas y divertidas para los niños, ya que están de acuerdo con sus intereses de diversión y por tanto educan de una manera natural. Jugando con materiales musicales, acceden a la organización perceptual pasando de la imagen auditiva y visual a la representación mental y la simbolización. Así influiremos en la educación del niño de forma decisiva.

El objetivo de la educación musical será que los niños desarrollen sus potencialidades expresando la diversidad y riqueza de su mundo interior, dando nuevas y variadas formas a sus pensamientos estimulando su motricidad, su sensibilidad afectiva y su capacidad creadora. Las actividades de expresión musical deben estar pensadas a desarrollar en los niños todas sus posibilidades psicofisiológicas, afectivas, emocionales, de personalidad, cognitivas y sociales.

La música contribuye a

- Reforzar la autoestima y la personalidad mediante la autorrealización.

- Elaborar pautas de conducta.

- Liberar la energía reprimida y conseguir el equilibrio personal a través del ritmo.

- Desarrollar capacidades del intelecto como la imaginación, la memoria, la atención, la comprensión y la agilidad mental.

Oliver Sacks el genio moderno de la musicoterapia

A lo largo de los años Oliver Sacks se ha convertido en un reputado neurólogo que, gracias a su forma de narrar historias clínicas, ha acercado al gran público esta rama de la ciencia tan intrincada y, en ocasiones, sorprendente. Cualquiera que lo haya leído sabe dónde reside su atractivo, lo que hace que alguien sin conocimientos médicos devore sus libros como si se tratara de cuentos o novelas.

El doctor Sacks habla, más que de enfermedades o trastornos, de pacientes (mejor dicho, de personas) y de cómo esa dolencia afecta a una vida concreta. Como un Sherlock Holmes que ausculta la mente, analiza los sentidos y los observa a la luz de las acciones más cotidianas; lo que prima en sus textos es la experiencia de la enfermedad, su mano a mano con quien la vive a diario.

Su última obra, Musicofilia. Relatos de la música y el cerebro, aúna dos de sus grandes pasiones: la neurología y la música, que en estas páginas se entretejen en un intento de comprenderse mutuamente. Cómo el cerebro percibe e interpreta la música, cómo ésta es capaz de despertar zonas dañadas de nuestra mente.

En el prólogo, Sacks señala que la propensión humana hacia la música surge en la infancia y, yendo más atrás, en los comienzos mismos de la humanidad y las culturas. Si bien su origen no está claro, ni tampoco su utilidad biológica, está tan arraigada en nuestra naturaleza que podríamos considerarla prácticamente innata.

Todos nosotros (con muy pocas excepciones) podemos percibir la música, los tonos, el timbre, los intervalos, los contornos melódicos, la armonía y (quizás de una manera sobre todo elemental) el ritmo. Integramos todas estas cosas y ‘ construimos’ la música en nuestras mentes utilizando muchas partes distintas del cerebro. Y a esta apreciación estructural en gran medida inconsciente de la música se añade una reacción emocional a menudo intensa y profunda.

La idea de escribir este libro nació en 1966, al descubrir los efectos que tenía la música en pacientes con Parkinson profundo (su experiencia con ellos fue narrada en Despertares). A partir de entonces, Sacks fue recogiendo cada una de las historias personales de quienes, tras sufrir una lesión cerebral o una enfermedad, desarrollaron una particularidad hacia la música.

Lo más llamativo de lo que nos cuenta el doctor Sacks en todos sus libros es la sorpresa del lector ante la ‘ diferencia’ . Tenemos tan asumidos los procesos biológicos, neurológicos, nerviosos, considerados ‘ normales’ , que nos resulta tremendamente chocante descubrir uno que funcione bajo otras premisas o, sin ir tan lejos, la mayoría de las veces no somos conscientes de lo más obvio.

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